Nacida bajo el nombre de Angela Dorothea Kasner hace 66 años, la canciller de Alemania ha sido considerada 14 veces como la mujer más poderosa del planeta por la revista Forbes. Pero no es el poder que ostenta, sino su manera de ejercerlo, lo que la ha puesto en la mira de todos y le ha ganado aprecio y reconocimiento incluso de sus rivales más acérrimos.
Redacción INSUMISAS
Oriunda de la ciudad de Hamburgo, estudió Física en la Universidad de Leipzig, especialidad en la que se doctoró en 1986, pero desde muy temprana edad se interesó en la política. Primero militó en la organización Juventud Libre Alemana, de filiación comunista, y en 1989 se sumó al movimiento democrático producto de la caída del muro de Berlín. Más adelante, y ya una vez reunificadas las dos Alemanias, llegó a ocupar dos ministerios, tras una fulgurante carrera política siempre tutelada por el entonces canciller Helmut Kohl, que la llamaba mein Mädchen (mi chica).
Tras una serie de escándalos de financiación ilegal de su partido, la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), cayeron varias cabezas y ella ganó fuerza. Sorprendió a todos cuando fue elegida presidenta de la CDU en el año 2000, pues siendo una mujer de religión protestante no encajaba en el perfil de líder de una organización conservadora de raíces católicas, siempre dominada por hombres.
Tras una serie de victorias, y también de algunas derrotas de las que supo aprender, en 2005 accedió por primera vez a la cancillería alemana, convirtiéndose en la primera mujer en gobernar Alemania desde que lo hizo la emperatriz Teófano Skleraina (956-991). Dedicó su primer periodo en consolidar la frágil coalición de partidos que la habían respaldado, y lo hizo tan bien que logró reelegirse en tres ocasiones: en 2009, 2013 y 2017.
Su prolongado mandato ha tenido varios sellos distintivos: sido su solidaridad con los refugiados de los conflictos sociales y militares en el Medio Oriente, por la que diversos medios de comunicación europeos le otorgaron el título de Mutter Angela (mamá Angela); su gestión de la pandemia del coronavirus, alabada dentro y fuera de su país; su fuerte liderazgo dentro de la Unión Europea y su apuesta por las energías limpias.
Hace poco Angela Merkel anunció que no se presentará a las elecciones de este año para buscar un quinto mandato, tal vez porque sabe que el ejercicio del poder desgasta no solo a la persona que lo detenta, sino a su imagen y popularidad, y seguramente está apostando por un legado incontestable. Y no se equivoca: desde ya puede afirmarse que es una de las líderes mundiales más importantes e influyentes desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.