Si tienes un perro o gato en casa, si lo estás viendo ahora acurrucado en su cama o en tus cobijas muy plácidamente, si disfrutas su compañía, sus cariños, si juega con tus hijos o acompaña a tus padres… en fin, si decidiste tener una mascota que ya es parte de tu familia, ¿te has imaginado qué pasaría si de pronto se viera en la calle, desprotegido y sin vivir la vida casera a la que está acostumbrado contigo? ¿Qué pasaría con tu mascota estos días lluviosos y fríos o en esa época en donde hace tanto calor que apenas si consiguen agua? ¿Te lo imaginas tratando de obtener comida de un puesto de tacos en donde apenas si consigue un bocado, arriesgándose a las patadas de los comensales o a que le avienten agua, si bien le va, o aceite caliente? ¿Alguna vez te has puesto a pensar qué pasa con los animales que se pierden? Y, sobre todo, ¿cómo es que se pierden?
ITZEL SAUCEDO VILLAREAL / FACEBOOK
Movimiento Animalista de Puebla / WEBSITE
El asunto, como siempre, tiene varias aristas. Las respuestas a cómo se vive en la calle las tenemos ahí, en la cotidianidad, en los actos de crueldad e indiferencia que continuamente observamos, en los restos aplanados que miramos a mitad de las avenidas de lo que un día fue un animal y, claro, en la inmensa cantidad de perros y gatos que deambulan por la ciudad. El cómo han llegado ahí es otra situación porque aparte de la reproducción descontrolada que abona a que por cada animal que se saque de la calle haya cien más en esas condiciones, tenemos que agregar el factor de los extraviados, los cuales pasan a ser población callejera pues muchos de ellos nunca vuelven a su hogar.
La clave, por supuesto está en la prevención. Todos los que tenemos mascotas debemos ser capaces de adelantarnos a las contingencias relacionadas con nuestros animales y no debemos adjudicarles pensamientos que impiden una búsqueda inmediata y exhaustiva cuando salen de la casa, por ejemplo: “si se va es porque no aprecia lo que le damos aquí… es un ingrato porque aquí lo tenía todo, pero ahí está queriendo salir a la calle”, entre otras. Ninguna de estas ideas refleja la realidad: nuestra mascota se ha extraviado y hay que encontrarla.
Si bien dentro de las causas de extravío hay algunas que son realmente accidentes imprevisibles o que están fuera de nuestro control, la realidad es que muchas de ellas son más bien producto de un total exceso de confianza. Y es que algunas creencias nos llevan a prácticas que ya en nuestro contexto actual citadino son muy riesgosas, por ejemplo, aún sabemos de dueños que dejan que su perro “salga a pasear” solo. Sí, solo. Y claro, las justificaciones son muchas “es muy inteligente, sabe volver a casa”, “sólo da una vuelta a la cuadra y regresa”, “no, cómo crees, si no se va, ya sabe que vive aquí” y muchas más. O qué tal aquellos casos en que las mascotas se han salido cuando abren la puerta de las cocheras o de la casa sin que haya una previsión sobre la reacción de un animal porque “ya sabe que tiene que quitarse” o “ya sabe que no debe salirse”.
O, en el caso de los gatos, seguir permitiendo que salgan a explorar a la calle porque “está en su naturaleza” cuando debemos estar conscientes de las condiciones peligrosas a las que pueden estar expuestos. Es decir, sí, los gatos se orientan muy bien y saben dónde viven, pero ya no podemos pensar que están a salvo en la calle, donde cada vez hay más peligros como jaurías o gente “anti-gatos”.
Y podemos también hablar sobre las “épocas de extravío de mascotas”, es decir, esas fechas festivas en que recibimos visitas de nuestros familiares y no falta el pariente que deja la puerta abierta y no se da cuenta de que el perro se ha salido. Todas estas son situaciones que se pueden prevenir si no pecamos de confiados, si pensamos en que nuestras visitas no saben de nuestra rutina y las precauciones que nosotros cotidianamente tomamos para mantener a salvo a nuestras mascotas.
Y, por último, un factor importantísimo de la tenencia responsable: invertir en los collares y placas de identificación de nuestras mascotas, porque claro, puede que realmente suceda algo que no previmos y nos veamos en la angustia de tener que pegar carteles por la colonia, publicar en las páginas de extraviados y salir a buscar por todos lados pero, al menos, tendremos un factor a nuestro favor: saber que si alguien ve a nuestro perro o gato tendrá certeza de que pertenece a un hogar y una familia y estará seguro de que en esa placa estarán los datos para comunicarse con nosotros. Y eso, puede que sea su boleto de regreso a casa.