Pocos campos del saber humano siguen excluyendo a las mujeres como la ciencia y la tecnología. Los prejuicios siguen reproduciéndose en esos campos, dando como resultado que, en pleno siglo XXI, una mujer tenga cuatro veces menos posibilidades de adquirir las competencias digitales básicas tan esenciales en la actualidad.
Redacción INSUMISAS
De todos investigadores del mundo en las áreas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, menos del 30% pertenecen al sexo femenino, además de que las «afortunadas» suelen ser peor remuneradas que sus colegas varones y enfrentan mucho más obstáculos para llevar a cabo sus investigaciones y publicaciones, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Cierto, cada vez más más niñas y adolescentes van regularmente a la escuela, pero los estereotipos inciden en la calidad de la educación que reciben y las oportunidades para desarrollarse en un campo tradicionalmente vedado para ellas.
La directora de ONU Mujeres, Phumzile Mlambo-Ngcuka (también ex presidenta de Sudáfrica) ha hecho un llamado a derribar los estereotipos de género que vinculan la ciencia con la masculinidad, y a brindar a las generaciones jóvenes ejemplos positivos generando más ingenieras, astronautas e investigadoras.
Afortunadamente, la situación en América Latina es ligeramente mejor, contra todo pronóstico dado el tradicional machismo de la región, pues casi la mitad de los investigadores pertenecen al sexo femenino. También se ha puesto en marcha la elaboración y aplicación de políticas y reglamentaciones en las universidades y los centros de investigación con el objetivo de prevenir la discriminación y la violencia basadas en las cuestiones de género.