Más de 200 millones de personas de todas las edades han sido objeto de mutilación genital femenina (MGF) en los 30 países de África, Oriente Medio y Asia donde se concentra esta práctica.
Redacción INSUMISAS
La lucha por los derechos, la paz y tranquilidad de las niñas y las mujeres, es una de las batallas permanentes que libran los gobiernos, diferentes sectores sociales, organismos y grupos de activistas y feministas que no han cesado en el esfuerzo de documentar las innumerables injusticias que viven las féminas en todo el mundo. Sin embargo, es triste que en los albores del siglo XXI prevalezcan prácticas tan infames como la MGF, misma que refleja una desigualdad entre los sexos muy arraigada y constituye una forma extrema de discriminación contra la mujer.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la MGF es practicada casi siempre en menores y constituye una violación de los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y a la vida misma, en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte.
La OMS explica que la MGF se practica en la mayoría de los casos durante la infancia de las víctimas (en algún momento entre la lactancia y los 15 años), y comprende la escisión total o parcial de los órganos genitales o cualquier otra lesión de los mismos por motivos no médicos. Este procedimiento no aporta ningún beneficio a la salud de las mujeres ni de las niñas; por el contrario, puede producir hemorragias graves y problemas urinarios, y más tarde quistes, infecciones, complicaciones durante parto y aumento del riesgo de muerte del recién nacido.
La OMS se opone a toda forma de MGF y a que los dispensadores de atención de salud realicen esta práctica. El tratamiento de las complicaciones sanitarias de la MGF en 27 países con alta prevalencia de la misma supone un costo anual de mil 400 millones de dólares.